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CARDO BORRIQUERO

Los caminos certeros son mentira. De la ruta a la rutina no hay más que dos pasos y dos letras.

viernes, 10 de enero de 2014

Un relato, para variar. Se titula ¿Perder es ganar?





Sudoroso, con los dientes apretados ocultando una rabia que le hace mascullar solo hacia dentro todo tipo de improperios, Jaime permanece quieto en las escaleras mecánicas que dan al andén, viendo cómo su tren se aleja.
Han sido apenas dos minutos. Suficientes para perderlo.
Se lamenta de no haber tenido su maleta preparada la noche anterior, de no haber previsto que tendría que pasar por el cajero para obtener dinero suelto para pagar al taxista. Se recrimina su falta de lucidez para prever los impedimentos que siempre se atraviesan en circunstancias límite: el excesivo tráfico, lo alejada que está de su casa la parada de taxis… Se culpa, se machaca, aunque sabe que esto no hará retroceder al tren por los raíles que empiezan a vibrar por el paso de las ruedas metálicas que desde lo alto de la escalera ve tomar velocidad.
Ha perdido el tren justo el día de la fiesta grande. Su chica estará esperando y él no se presentará. De nuevo tendrá que improvisar una excusa, un gesto, una mirada, una pose exculpatoria.
Quieto, empieza a preguntarse cada cuánto tiempo salen los trenes hacia su destino, si le reembolsarán la cuantía del pasaje. La punzada en el estómago se hinca profundamente en su organismo al pensar las veces que ha perdido algo. Se cruzan por su mente las llaves que extravió hace dos semanas, la espalda con la melena suelta de su exnovia el día que la vio marchar definitivamente. Todo lo perdido comienza a llamar a la puerta de su conciencia a timbrazo limpio.
Tras unos minutos detenido, congelado en una pétrea inacción, Jaime reacciona y se va quejoso a tomar aliento. Se sienta en un lugar apartado de la estación para recomponer su maltrecha circunstancia, a inventar algo que le tranquilice. No lo logra. Puede que ya no haya trenes hoy para Santiago. Puede que en pleno verano, aunque haya trenes, no haya billetes. En pleno día del Apóstol. En plenas fiestas. A 24 de julio. Solo a él se le ocurre perder el Alvia Madrid-Ferrol en una fecha como ésta.
Fatigado por su cavilar, Jaime, entristecido, se levanta y encamina hacia su insulsa existencia, plena de fracasos. Sin nada que celebrar.

4 comentarios:

La Solateras dijo...

Gran relato, Luismi. ¿Sabes que estuve a punto de coger ese tren? Y también me lamenté de que al final se me trncara el viaje.

Luis Miguel Rodrigo González dijo...

Acostumbro en consulta a escuchar las desdichas por todo lo perdido, lo cual nos impide coger los trenes que siguen pasando. Pero lo cierto es que no sabemos con certeza si precisamente por haber perdido nuestra vida ha podido mejorar, o al menos no empeorar.
Qué casualidad lo de tu tren. Una pérdida que te salvó la vida.
Un abrazo

Nines Díaz Molinero dijo...


No puede ser más certero este relato y el caso que muestras un extraordinario ejemplo de las "casualidades" que se cruzan en nuestro camino y de sus interpretaciones.

Super interesante tema.

Un abrazo, Luismi,

Luis Miguel Rodrigo González dijo...

Sobre este asunto trabajaremos en una de nuestras charlas. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo, Nines.