Canto rodado en pasos subterráneos
y cruces de calles concurridas,
voz afinada en fiestas de pueblo
y transbordos de línea.
Público sonámbulo, exigente,
sin aplausos, sin sonrisas.
Instrumentos de segunda mano,
escenario de baldosas siempre frías
y algunos pares más de calcetines.
Calor de calderilla
hasta el carajillo
en el bar de la esquina.
1 comentario:
Así es, y son, esos músicos anónimos en cualquier calle poniendo música a la vida. Es la nota de color entre tanta negrura.
Bonito homenaje, Luismi.
Un abrazo.
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