Páginas

CARDO BORRIQUERO

Los caminos certeros son mentira. De la ruta a la rutina no hay más que dos pasos y dos letras.

jueves, 22 de marzo de 2012

Síndrome de Diógenes


Guardé tanto silencio
que al cabo de los años
apenas me cabía
apilado en cajas y baúles
que fueron saturando
pasillo, habitaciones...

Ahora hay que andar a tientas por la casa
para no tropezar, porque está oscura:
ni los interruptores ya se encuentran.

Cualquier día aparezco entre los bultos
enterrado en cartones polvorientos
y bolsas de basura.

Quizá alguna vecina eche de menos
a este señor callado,
o el tufo dé la alarma
de todo lo no dicho
pudriendo las paredes.

9 comentarios:

La Solateras dijo...

¡Buenísimo, Luismi!

¡Qué cosas! Ha habido telepatía o algo.

Besazo de los que hacen ruido.

María G. Z. dijo...

¡Bravo compañero! Por favor no padezcas nunca este síndrome y sigue "diciendo" tan bien como dices.
un besazo
M

Luis Miguel Rodrigo González dijo...

Sí Ana, no solo escribimos cosas en la misma línea, sino que ya al unísono. Qué pasada.

Un abrazo muy fuerte

Luis Miguel Rodrigo González dijo...

María, en ello estamos, aunque callar encallece un poco. Por algo hay que escribir, verdad?

Un beso grande

Manuel dijo...

Y es que tenemos una vocacion de urracas que no veas. ¿Por qué será que todo el mundo se resiste a desprenderse, hasta de sus silencios?.

Yo, por si acaso, pongo mis barbas a remojo y empiezo a hacer limpieza.

Buen poema, Luismi. Un abrazo.

Nines Díaz Molinero dijo...

Uff, Luismi, que impresionante poema, que bueno, que manera de asociarse el contenido con el título.+

Te felicito, me gusta muchísimo el tono de humor y la estrofa final que es sencillamene genial, todo en el más puro estilo luismiriano.

Un beso merecidísimo.

Rosa dijo...

Que bueno Luismi. Bien contado, bien escrito y encima original en todo su sentido.

Se me ha removido algún que otro silencio en mi cajón perdido.

Un beso y mi admiración creciendo

Luis Miguel Rodrigo González dijo...

muchas gracias Rosa. Lo cierto es que todos tenemos un buen cajón de silencio forrando las paredes de nuestras memorias.

Un fuerte abrazo

Laura Caro Pardo dijo...

Esta mezcla de síndromes del cuerpo y del alma es realmente fascinante: Nos quedamos en lo que se ve, pero el problema está en lo queno se ve; nos fijamos en la palabra, cuando lo que más dice es el silencio.

Brillante, como siempre.

Un beso.