A Mari Carmen Azcona
Después de haber permanecido
al menos lustro y medio
en su trozo de acera,
siempre al pie de los carros de la compra,
a la altura de los neumáticos;
habiéndose especializado en las marcas de botas
y en miradas huidizas,
en sonreír ante las bromas de los niños
que pasan a su orilla
—costumbre de chavales
querer pisar los charcos;
luciendo una tristeza
que logra renovar cada mañana,
siempre fresca:
ayuda el clima y la dureza de su asiento;
con ambas palmas hacia arriba
como si comprobara si diluvia o solamente llueve;
después de siete años
de conocer el territorio,
de camuflarse y ser paisaje
igual que los buzones y los gatos,
o las cadenas olvidadas de las bicis
que abandonó su dueño
y ahora estrangulan troncos
sembrados de colillas;
después de ochenta meses
de manejarse como nadie
en preguntar a los viandantes
—los pocos que a diario aún frecuentan
su reducto de ácaros y polvo—
por sus vidas;
después de atravesar la sexta parte
de su existencia transparente
implorando monedas o comida,
hoy por fin,
la mendiga ha ascendido en el escalafón:
ahora se sienta en el poyete,
treinta centímetros más alto
de la parcela de baldosas
que el peso de su cuerpo ha erosionado:
la marca de su paso por el mundo.
3 comentarios:
Me has dejado sin palabras, Luismi, primero por la dedicatoria que me ha emocionado… y segundo, por ese maravilloso poema y qué responde a la eterna pregunta de para qué sirve la poesía.
Gracias por luchar contra el olvido, contra la opacidad… y llegar, con tus palabras, a la parte más humana que, estoy segura, todos llevamos dentro, aunque, en algunos casos, esté dormida. Y gracias, sobre todo, por alejar del cieno a esa mendiga que, mientras haya personas como tú que saben mirar, ha dejado mucha más huella que ese socavón que muchos rehuyen por incómodo y molesto.
Besos y muchos abrazos
Gracias por tus palabras, y por poner siempre el dedo en la llaga.
Un abrazo por atreverte a escribir de lo que importa.
Me ha encantado tu poema porque toca la fibra, esa mendiga estaría conotenta y feliz de leer el precioso homenaje que le has dedicado.
Abrazos
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